Historia de Parla
Recorrido por la historia de Parla desde el Paleolítico a la actualidad
Parla, como cualquier otro pueblo, villa o ciudad tiene su historia. Y tanto su territorio, como su población, como la ubicación de su hábitat, como sus actividades, costumbres y fisonomía han ido evolucionando hasta dejarla configurada tal y como es en la actualidad, una Gran Ciudad.
Prehistoria
Del estudio de los restos arqueológicos hallados en el actual término municipal de Parla -instrumentos de sílex correspondientes a los períodos paleolíticos-, se detecta la estancia y el paso del hombre de la Edad de Piedra por la zona. Debieron vivir en pequeños grupos o bandas nómadas unidas por relaciones de parentesco y de sistema igualitario, cuya subsistencia se basaba en la recolección de los frutos, hojas y raíces de diversas plantas, en la caza y en la pesca. Sus asentamientos se detectan fundamentalmente en las proximidades del arroyo Humanejos, necesario para su abastecimiento de agua.
A partir del segundo milenio antes de Cristo llegaron a la región de Madrid distintos pueblos mediterráneos conocedores de la metalurgia. Eran los pueblos de la "cultura campaniforme". Su organización era tribal, y el clan y el linaje eran las unidades básicas de la tribu. Introdujeron la metalurgia del cobre, la ganadería, la agricultura y el tejido e iniciaron un proceso de sedentarización que, en el caso de Parla, dio origen a los primeros asentamientos estables a orillas del arroyo Humanejos. Los restos arqueológicos hallados en este enclave nos dan información sobre las épocas de dichos asentamientos y sobre las distintas actividades que desarrollaban.
A partir del siglo VIII, los pueblos de la cultura del hierro, los celtas, se superpusieron a los anteriores. No sólo introdujeron este metal, sino que también generaron cambios en los aspectos sociopolíticos. Estos pueblos no interrumpieron la relación, y por tanto las influencias, con los pueblos levantinos denominados “íberos” y la fusión de las dos culturas dio lugar al grupo de pueblos denominados “celtíberos”. Son numerosos los restos arqueológicos existentes en el yacimiento de Humanejos correspondientes a esta época cultural.
Edad Antigua
Los romanos llegaron a España en el siglo III antes de Cristo como consecuencia de sus guerras contra los cartagineses (Guerras Púnicas) y más concretamente en la Segunda Guerra Púnica contra Aníbal. Los carpetanos, como habían hecho antes con los cartagineses, les opusieron resistencia, siendo derrotados sistemáticamente por los sucesivos pretores enviados por Roma, que acabaron sometiéndolos y anexionando el territorio. De su paso por el territorio de nuestra villa no queda apenas constancia –más allá del descubrimiento de varias lápidas romanas- a pesar de su proximidad a importantes núcleos urbanos romanos como Toledo.
La Edad Media
Tras la caída del imperio romano se establecieron, como pueblo dominante, los visigodos, quienes a pesar de imponerse militarmente, no afectaron social y culturalmente a los pueblos hispano-romanos, más numerosos y con una cultura superior a la suya. El poblamiento a orillas del Humanejos se debió mantener, pues, como en la época inmediatamente anterior. Y es que, a pesar de estar algo más de dos siglos, no dejaron muchos vestigios de su permanencia en nuestro territorio (el más próximo es el yacimiento de Loranca en Fuenlabrada, a escasos cinco kilómetros).
El año 711 desembarcaron en Gibraltar dos generales musulmanes, Tarik y Muza, que derrotaron a las tropas visigodas del rey Don Rodrigo en la Batalla del río Guadalete, iniciando así la conquista de la Península Ibérica. La zona en la que está situada Parla quedó bajo la esfera musulmana dependiente del Emirato de Córdoba, incluido en el Imperio Islámico con capital en Damasco.
Tras la conquista de Toledo, por el rey Alfonso VI, se repuebla el territorio con cristianos. Durante toda la Edad Media y posteriormente hasta el despoblamiento definitivo de Humanejos, en 1649, el territorio actual de Parla estuvo dividido en dos asentamientos, ambos pertenecientes al alfoz de Madrid: el de Parla, al norte, y el de Humanejos, al sur.
Parla aparece en la Historia el 22 de marzo de 1255, en un documento en el que hombres buenos de Pero Parla declaran, por mandato del Rey Alfonso X el Sabio, en un pleito sobre derechos señoriales entre la Orden del Hospital de San Juan y el Concejo de Humanes. En 1348 el rey Alfonso XI la cedió en señorío al cardenal don Pedro Gómez Barroso. A partir de ese momento, Parla fue villa de señorío y los reyes sucesores de Alfonso XI fueron confirmando dicho privilegio.
En 1427, el visitador eclesiástico acudió a la iglesia de Humanejos y tomó cuentas al mayordomo que vivía en Parla, ya que en Humanejos no vivía nadie. Humanejos permanecería despoblado desde 1348 aproximadamente hasta 1481. Ese año se inició la última repoblación de Humanejos, que inició su última andadura como aldea: varios vecinos de Parla solicitaron al Concejo de la Villa de Madrid autorización para avecindarse en dicho lugar, en el que también se instalaron vecinos de las villas próximas como Pinto o Torrejón de Velasco. La Edad Media terminó, pues, con ese trasvase desde la villa de Parla, de jurisdicción señorial, a la de Humanejos, de jurisdicción real y con un enfrentamiento fuerte con los señores de las villas limítrofes que no se resignaban ni a perder vasallos, ni a perder los pastos de los términos despoblados.
La Edad Moderna
Parla inició el siglo XVI no sólo pagando sus contribuciones para el mantenimiento de las políticas europeístas de los sucesivos reyes de la Casa de Austria sino también reedificando su iglesia y poniendo el retablo mayor a tono con los tiempos. Tal fue el encargo de don Payo Barroso de Ribera que contrató en 1522 su factura con Juan de Borgoña, importante pintor, arquitecto y retablista de finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI asentado en Toledo.
Cuando Felipe II trasladó la capitalidad a Madrid, Parla aumentó su población hasta en 200 vecinos que se dedicaban a la agricultura, la ganadería y, fundamentalmente, a la arriería, para abastecer a la Corte de paja, cebada y hortalizas.
En 1604, don Antonio Correa, receptor del Santo Oficio de la Inquisición de los reinos del Perú, natural de Valdemoro y residente en la ciudad de los Reyes en Perú, fundó un pósito de pan, para el que dejó 3.000 ducados. Sus rentas debían emplearse para alimentar a los pobres de Parla y a aquellos que fueran de paso. No fue ninguna casualidad que el alcalde ordinario primero de Parla en ese año, se llamase Juan Correa.
Al final del siglo XVI y comienzos del XVII se observaba en Parla una actividad febril en torno al mundo religioso: se construyeron las ermitas de San Roque y de la Concepción y se reformó el humilladero de Nuestra Señora de la Soledad, cuya bendición se realizó el 23 de enero de 1591 por el Obispo de Salónica don Diego de la Calzada. El 23 de marzo de 1624, el obispo don Alonso de Requesens bendijo la ermita de San Roque, santo asociado a la curación de enfermos afectados por las frecuentes epidemias de peste que se producían en esos siglos.
Además, en 1617, se fundó la Cofradía de San Diego a instancias del parleño fray Juan de Cáceres, persona venerada por los Reyes, tanto Felipe III como Felipe IV, que aportó reliquias del santo Alcalaíno. También consiguió que la reina Isabel de Borbón les donara el altar para dicho santo, para lo cuál mandó a Juan Gómez de Mora, a la sazón maestro mayor de las Obras Reales, que hiciera las trazas. Dicho altar se bendijo el año 1627.
En 1620 nació Bartolomé Hurtado García que llegaría a ser aparejador mayor de las Obras Reales del Alcázar de Madrid durante los reinados de los reyes Felipe IV y Carlos II, participaría en obras como el Ayuntamiento de Madrid y construiría el convento del Sacramento. En Parla construyó la ermita de Nuestra Señora de la Soledad e inició las fiestas de septiembre, dejando una dotación para el mantenimiento de la ermita y de la hermandad. Además construyó su casa de recreo en su villa natal para pasar temporadas de descanso y las mencionadas fiestas de septiembre.
En 1649 se despobló definitivamente Humanejos trasladándose sus últimos habitantes a vivir a Parla. Desde ese momento se inició el proceso por el que el territorio de Humanejos pasó a integrarse en el de Parla, configurándose lo que es el actual término municipal.
El siglo XVIII comenzó para Parla, como para los lugares circunvecinos, con la larga Guerra de Sucesión, teniendo que soportar los gastos derivados de ella y los desmanes de las tropas catalano-aragonesas del candidato de la Casa de Austria tras su paso por Madrid. A mediados de siglo se realizó el Catastro de Ensenada, importante fuente de información socio-económica.
La Edad Contemporánea
Si el siglo XVIII comenzó con una guerra, los inicios del siglo XIX fueron también convulsos. La alianza de Godoy, ministro de Carlos IV, con Napoleón significó la ocupación de España por las tropas francesas que entraron como aliadas y acabaron siendo fuerzas de ocupación. En 1808 se inició la revuelta contra los franceses, que desembocó en cinco años y medio de guerra, la conocida Guerra por la Independencia.
En esos años se inició el constitucionalismo en España, promulgándose la primera Constitución en 1812, aboliéndose los señoríos e iniciándose un proceso de cambio político que acabó con la sociedad estamental en el primer tercio del siglo XIX. Parla juró la Constitución, entre festejos, en septiembre de 1812 y dejó de pertenecer al señorío de los sucesores de los Barroso, entonces los marqueses de Malpica.
A lo largo del siglo XIX se producirían importantes cambios en la propiedad del terrazgo, tras los sucesivos procesos desamortizadores. Primero fueron las tierras de obras pías y capellanías, posteriormente las de conventos y monasterios y, por último, las del Ayuntamiento. Esas tierras acabaron en manos de la oligarquía parleña y de la burguesía madrileña principalmente.
Ya en el siglo XX, hacia 1925, la iglesia de la Asunción sufre una remodelación importante perdiendo su torre cuadrangular, con el chapitel construido por Bartolomé Hurtado, toda la nave con sus capillas, su pórtico y, por tanto, su carácter. Sólo quedó de la fábrica original su ábside.
A partir de 1936, Parla también padece las consecuencias de la Guerra Civil. Al inicio se produce la quema de retablos e imágenes de la iglesia, quedándose sin una gran parte de su patrimonio cultural. Además, estando en una vía importante de acceso a Madrid, Parla se convierte durante unos días en zona de combates y cuando el frente se establece en los alrededores de Madrid, Parla se convierte en una zona inestable.
Al final de la guerra, Parla seguirá siendo una población de la Sagra madrileña dedicada a la agricultura, la ganadería y la arriería, que continuará abasteciendo y dando servicio a Madrid. Durante los años de posguerra sufrirá, las penalidades del resto de España, sufriendo la carestía y el racionamiento de los productos de primera necesidad. La economía seguirá siendo, básicamente, agraria.
Esta situación se mantiene hasta, aproximadamente, la década de los 60, cuando Parla asiste a un crecimiento desmesurado de su población propiciado por la industrialización de Madrid, que atrae personas y familias procedentes de otras tierras de España en busca de trabajo. La vida rural comienza a languidecer y gran parte de las tierras de cultivo se convierten en asiento de bloques de edificios, dando lugar a una ciudad dormitorio como otras muchas que se ubican en el cinturón metropolitano de la capital.
Entre 1963 y 1965 se construyen el barrio de San Nicolás, la colonia García Garrido y el barrio de San Ramón. Después vendrían Villajuventus, Inlasa, El Nido, Fuentebella, Priconsa, etc. Sin embargo será un crecimiento con infraestructuras insuficientes, a veces inexistentes, que serán fuente de problemas, el principal el de la insuficiencia de agua. La lucha por conseguir ese bien imprescindible acarreará la muerte de un adolescente.
Después de la muerte del general Franco, se inicia la actual etapa democrática. Tras la aprobación de la Constitución se convocarán las primeras elecciones, tanto generales como municipales. Se inicia así la sucesión de Ayuntamientos democráticos siendo el primero el presidido por el alcalde Francisco González. A este, han seguido Pedro Bermejo, José Manuel Ibáñez, Tomás Gómez Franco, José María Fraile, Beatriz Arceredillo, Luis Martínez Hervás y, desde 2019 hasta la actualidad,Ramón Jurado Rodríguez.
Entre los 80 y los 90, el crecimiento iniciado en los sesenta experimenta un despegue económico y social. La economía en Parla dirige sus esfuerzos hacia la industria, rodeando al pueblo de un cinturón de polígonos industriales que se complementan con los cercanos de Fuenlabrada o Pinto. El término municipal se eleva hacia el norte hasta alcanzar el cerro de La Cantueña. Este desarrollo industrial atrae nuevas inversiones que redundan en beneficio del municipio. Se planifican las infraestructuras necesarias para la ciudad: colegios, ambulatorios, centros culturales, centros comerciales...
Acontecimiento importante fue la visita que, el 12 de diciembre de 1995, realizaron los Reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, dentro de un viaje para conocer la realidad de los pueblos del sur de Madrid.
Parla, Siglo XXI
En la actualidad, Parla se encuentra entre las 50 ciudades más pobladas de España y, con más de 130.000 habitantes, en términos demográficos, puede equipararse a una gran mayoría de capitales de provincia del Estado Español. La ciudad ha vivido notables transformaciones en los últimos años, en los que se ha llevado a cabo la ejecución de importantes proyectos e infraestructuras, el incremento de los servicios públicos y el nuevo modelo de relación ciudadana, potenciado a través de una apuesta real de acercamiento a los vecinos.
En abril de 2006 la Asamblea de Madrid aprobó la inclusión de Parla en la Ley de Grandes Ciudades.